El Tamal de Peluche, como su nombre indica,
es un blog ajeno al buen gusto. La elegancia, la exquisitez, el sibaritismo, el
refinamiento y demás no tienen cabida en este blog, porque esas cosas son para
los escritores y los periodistas como la criptonita para Supermán (toda la noche
buscando esta metáfora, no me digan que no es buena).
Aprovechando esta circunstancia, yo, bajo el
seudónimo que me dieron mis padres: Catalina Murillo, quiero hacer aquí lo que
sería considerado de pésimo gusto en un periódico “normal”: hablar de la
antología de cuentos Historias de nunca acabar, publicada recientemente por la
Editorial Costa Rica, antologada por Juan Murillo y Guillermo Barquero.
¿Quiénes?, se preguntarán ustedes. Unos ahí.
En el prólogo a la antología se habla de
Catalina Murillo como una “autora de culto”. Mi marido, alias El Africano, me
preguntó qué era una autora de culto y yo decidí pasarle la pelota a Juan
Murillo: Juan, explíquele ahora usted a El Africano qué es eso, porque si se lo
explico yo le diré que una autora o un autor de culto es uno que no ha escrito
nada o al menos no ha publicado nada pero todo le mundo habla en los bares y
cantinas de lo genial que es. Un autor de culto sería alguien de quien nadie nunca
tuvo jamás un libro en la mano, pero se comenta por ahí que es un genio y se le
ve en toda clase de tertulias. Un autor de culto es alguien que nadie sabe a
ciencia cierta si escribe. Eso le dije yo a El Africano, corríjame si me
equivoco, Juan.
La antología se anuncia como una antología del
“nuevo cuento costarricense” e incluye a una autora de ya casi cuarenta años,
como servidora. Quentin Tarantino dijo un día que un hombre debería dejar de
hacer películas cuando ya no se le pusiera dura la minga (traducción mía del
inglés). Parafraseando a Tarantino, no sé si podemos considerar escritora joven
a una que tiene el cincuenta por ciento de hormonas que hace veinte años (dicen
los científicos). Ahora bien, el cuento fue escrito cuando aún dejaba la silla
mojada mientras escribía. Así se escribe o ésa es la escritura que me conmueve,
la escrita con un teclado suave y silencioso y un clítoris duro y furioso.
Luis Chaves pulula también por la citada
antología. Se rumorea que fue por meterlo a él que se amplió tanto el margen de
“juventud” de los cuentistas. Es que valía la pena, no sé si vale el pene pero
sí la pena. Luis Chaves es el escritor que sacará a la literatura costarricense
del atolladero. A veces pienso si hay una conspiración a su alrededor o qué, cómo
es que nadie se da cuenta. Bueno, puede ser porque uno empieza a leer a Chaves
y piensa “esto lo escribe hasta mi primo”. En general los considerados buenos
escritores costarricenses escriben con el sombrero de escritores en la cabeza,
y uno los lee como sintiendo todo el esfuerzo que les habrá costado cada frase.
Leyendo a Luis Chaves dan más bien ganas como de sentarse en la mesa de tragos
desde la que él parece estar siempre contando sus cuentos.
Jessica Clark (cuánto le envidio el seudónimo; si yo me llamara Jessica
Clark ya habría triunfado en el extranjero) es la escritora costarricense más
libre que tenemos; si algún día lee esto se le pondrán los pelos de punta con
eso de “escritora” y “costarricense”. Jessica es una cabrona y somos muy pocos
lo que nos hemos dado cuenta porque Jessica no se deja conocer. Es lista y divinamente
cabrona, cosa que si el lector sabe le hará disfrutar más aún el relato que ha
aportado a la antología.
Y sólo esto voy a comentar por ahora de la
Antología, queridos amiguitos, a pesar de que soy una defensora de la crítica
negativa. De hecho, una vez en una presentación de un libro de Rodrigo Soto, al
final, comenté entre colegas que deberíamos criticarnos, para mal, digo,
escribir en los periódicos sobre lo malos que son los libros de los otros. ¡Así
tal vez lograríamos que la gente comprara nuestros libros! Porque la gente ya
está digamos quemada de engaños. Ya se sabe que Fulanito va a escribir que muy
bueno el libro de Menganito… y ya nadie se lo cree. Así les decía yo en esa
presentación de ese libro, agarrada a mi vinito barato y mi boca de atún.
Entonces Carlos Cortés se giró y me dijo que le alegraba que yo pensara así,
porque él tenía que decirme que mi libro Marzo todopoderoso era una mierda. No
recuerdo la frase textual, sólo la palabra mierda. Cuando un hombre como Carlos
Cortés usa esa palabra, cobra otra dimensión (la palabra… y el hombre también,
ahora que lo pienso). La palabra mierda casi brilló como una pompa de jabón. Y
yo pensé lo buenísimo que hubiera sido que ese mae hubiera salido en el
periódico diciendo eso, explicando un poco ese punto de vista. Desde aquí oh
Cortés te pido que lo considerés: escribite algo contra Marzo todopoderoso que
se va a reeditar pronto.
A pesar de esto, por ahora no voy a comentar
los otros cuentos de la Antología, pero lo haré, lo haré. Lo haré cuando se me
pase este mal humor que me ando desde que dejé de fumar.
Hay un hermoso librito que más bien parece un manual de cocteles y que se llama "Cult fiction" (Juan también lo tiene, podemos pasarle la pelota). En él se incluyen unos, no sé, 100 ó 150 o no sé cuántos escritores de culto, de prosa. En él, se define un escritor de culto como... ¡mierda, no se define! O sea, ¡un libro sobre escritores de culto y prosa de culto no define el asunto medular! Yo, en cambio, saco las conclusiones a partir de quienes se habla: están Gabo y Nabokov, pero también Hunter S. Thompson y Gertrude Stein. Aparece Sylvia Plath (no solo poeta) y también Thomas Pynchon... Sin más por el momento...
ResponderEliminarYo no concuerdo con todos los incluidos en "Cult Fiction" pero si con las ideas que parecieran delimitar la idea de lo que es un autor de culto:
ResponderEliminar- distribución limitada
- obras difíciles de conseguir o agotadas
- un grupo reducido de seguidores con una dedicación duradera y una admiración de intensidad irracional para con las obras de ese autor (el factor "cultico")
En mi diccionario personal -mi propia y opinionada cabeza- un autor de culto es un gran autor del que la masa aun no se ha percatado y del cual los cognoscienti se jactan como lo hacen los coleccionistas de un cuadro desconocido de un maestro. Saramago fue autor de culto alguna vez, Levrero lo es actualmente.
En fin, que un autor de culto es un autor fabuloso que merece más difusión de la que ha tenido hasta ahora. Espero que El Africano le guste esta definición.
Por otro lado, Luis Cháves (n. 1969) entraba desde el principio en la selección original hecha por nosotros por ser menor de 40. La extensión de la selección se hizo para rescatar a los autores que quedaban náufragos entre la antología de Soto, Cortés y Muñoz (Para no cansarlos con el cuento) cuyos autores más jóvenes nacieron en el 63, y la nuestra, que originalmente iniciaba con autores nacidos después del 68: Alí Víquez, Alfonso Chacón, Heriberto Rodríguez y Mauricio Ventanas. Entre esos 4 hay 13 libros de narrativa, dejarlos por fuera hubiera sido un capricho y una lástima.
Ahora, ¿Son jóvenes los autores incluidos en la antología? Unos sí, otros no tanto. Quiénes son jóvenes y quienes no tanto no lo dire yo, porque ya se sabe que esa taxonomía es receta segura para ofender a todos los involucrados; que cada uno haga números y examine el espejo por su cuenta. Sin embargo, la antología no se jacta de ser de autores jóvenes sino de ser sobre el nuevo cuento costarricense. Ese adjetivo es un calificativo generacional. La generación del desencanto cierra en el 63, ninguno de los autores incluidos es parte de esa generación sino que son de las nuevas generaciones. En eso radica lo nuevo, no en que sean jóvenes.
Puta, Cata...!
ResponderEliminarNo te perdono lo del vinito barato y la boquita de atun...
Con lo que me costaron!
Rodri, mi amorrrr:
ResponderEliminarYo no sabía que vos mismito habías pagado el vinito y las bocas, ¡bien que me los zampé!, ta más malagradecida. Eso demuestra que en CR todos somos autores de culto, s'ib'agüevar uno.
Catalina
Solo quería recalcar que si Cata bautizó a su marido como El Africano, por algo será, y es lógico que ella no se interese por el miembro viril de ningún caballero y, en particular, de ningún poeta.
ResponderEliminarMi estimado Juan Tocayo:
ResponderEliminarLa juventud en efecto es relativa... (aunque es cierto que uno no afirma eso cuando tiene 20 años). AHora bien, podríamos topar con un cuento escrito por Quevedo cuando tenía quince años. ¿Habría algo joven en ese cuento? ¿O sería el mismo viejo cuento? ¿Me explico?
Gracias Juan por todo y no le perdamos la pista a Jessica Clark, que dará mucho que hablark.
Catalina Murillo
Catalina: En efecto nuevo es igual de relativo que joven (y guapo, y simpático). Dejemos las discusiones fractales para cuando haya birras de por medio. De Jessica yo soy fan desde que leí Los Salvajes, a mi no tenés que convencerme.
ResponderEliminarMaría: y yo pensando que era por el libro de Le Clézio, que pollito.
Juan, ¡me has dado una idea genial! ¿Por qué en lugar de publicar el cuento joven costarricense -o además de eso- no publicar también "El cuento guapo" o "Cuentos de los escritores más simpáticos". En fin... Creo que en efecto va siendo hora de dejar esta discusión para la hora de la birra.
ResponderEliminarJessica Clark acaba de publicar de su propia mano y bolsillo un libro que ella misma distribuye por las librerías de la U. Dice que me va a mandar uno. Lo espero ansiosa aquí a cero graditos, que nos ha traído hoy el Señor. No es temperatura fácil para El Africano.
Catalina M
!Quueéee Catalina Murillo!! Pero este no era el blob de Ana Istarú.
ResponderEliminarEl Tamal de Peluche lamenta que la inseguridad ciudadana llegue hasta el ciberespacio... ¡al pobre Heriberto lo asaltaron las dudas!
ResponderEliminarquizá sin una crítica que destruya... puede que sea muy dificil descarrilar el tren... pero quienes son los que critican? deberíamos ser nosotros... quizá una buena ley del hielo al teatro de corte "feminista", por ejemplo, que lleva haciendo escuela y encerrando a la figura de la mujer en una caverna en la cual ni ella misma se entiende... puro fragmento
ResponderEliminarhasta ahora me doy cuenta que ya salió esa vara
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