viernes, 26 de febrero de 2010

Pobre Catalina Murillo

Cabezón incauto: alguien sarcásticamente me dijo el otro día que la única diferencia entre Catalina Murillo y yo era que yo soy famosa. ¿Y le parece poco? Hay gente que necesita la fama para redimirse, para poder sacar el lado más amable de sí mismo. Yo era cínica, malévola, envidiosa, frustrada… en fin, todo el paquete completo de virtudes a la inversa, antes de ser famosa. Con la fama me tranquilicé. La fama ha sacado lo mejor de mí, y ahora pienso más las cosas antes de escribirlas, no decir ya, antes de publicarlas. Ahora soy más modesta. Ahora me admiro menos, me pongo más en duda. Sin exagerar, yo diría que la única esperanza que le queda a Catalina Murillo es alcanzar la fama. Diría incluso que urge que la alcance, pues ya empieza a notársele ese veneno tóxico que emponzoña a quien la desea y no la consigue. ¿Es posible que Catalina Murillo no sepa que me hago llamar “El Mechudo” porque mi fama impediría que me leyesen de manera pura y cristalina los lectores de tu blof? La “prosaica” crisis de los 40, como ella le llama, no le da a una persona que ha llegado hasta donde yo he llegado. Eso cree Murillo, o eso querría creer. Yo, como dije, lo que lamento sin redención posible es la pérdida del frenesí de la juventud. Esa energía, esa voracidad, esas hormonas furiosas, eso fluidos inagotables. ¿No lo nota ella?, me pregunté extrañada. Y mirá de lo que enteré, oh Gran Cabezón entre los cabezones: la crisis de los 40 es mucho más blanda en las mujeres feas. Es algo obvio, pero nunca me había parado a pensarlo, por razones también obvias. ¿Cómo va a lamentar la pérdida de la belleza una mujer que nunca la tuvo? Catalina Murillo nunca supo ni sabrá lo que es entrar a un sitio y notar todas las miradas sobre vos, o estar en una reunión de trabajo y notar cómo todo fluye a tu favor sólo por ese par de tetas bien puestas que llevás por delante. Murillo nunca sufrirá esa pérdida… o lleva 40 años elaborando ese duelo… Y mal pensando, seguro que Catalina Murillo se regocija de ver cómo todas sus contemporáneas, ¡al fin!, se están volviendo feas como ella, aunque sólo sea por el paso despiadado del tiempo. Yo, El Mechudo, nunca supe lo que es ser una mujer fea… pero no puedo decir que no lo sabré, porque a partir de ahora, inexorablemente, seré cada vez más invisible para los hombres. A partir de ahora sabré lo que es que los hombres te miren como a un amigo más. Válgame Dios.
El Mechudo

3 comentarios:

  1. qué es la vara con cata??? yo siempre le he llevado ganas

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  2. Pues apúrese... que ya pronto dejará de ser una "añera" para ser una "tona"
    treintañera - cuarentona

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  3. El Tamal de Peluche promueve la abstinencia y el celibato y toda forma de apatía y desinterés erótico por el prójimo, excepto en el caso de Catalina Murillo.

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