Muy caro le salió a
la escritora hispano-costarricense Catalina Murillo su ardid promocional para
vender por segunda vez una novela hace ya años publicada. La desesperada autora
aparentemente inventó que su novela había sido “pirateada y encima retocada”
con unos capítulos de contenido sexual
explícito. La artimaña logró que hordas de costarricenses (uno de los
pueblos menos lectores del planeta, según estimaciones de la Unesco) se lanzaran
a comprar el dichoso libro, colapsando al menos la única librería de Hojancha y
las principales vías de acceso a San José. Este comportamiento anómalo de los
analfabetas puso sobre la pista a las autoridades.
No contaba Murillo,
además, con el doble filo de su doble
nacionalidad. La ministra de Cultura de España, Ángeles González-Sinde,
abanderada de la lucha antipiratería en ese país, vio aquí la oportunidad de
poner en marcha un operativo de carácter internacional. A petición suya,
miembros de la Interpol se presentaron en Costa Rica para determinar si se
trataba de un caso de autoplagio, piratería o falsificación ideológica, y cuál
no sería su sorpresa cuando descubrieron que se trataba de los tres delitos a
la vez. Encima interceptaron a la propia Murillo en una conocida playa del
Caribe, mientras vendía la obra adulterada sobre una manta.
También a la ministra
le ha salido el libro por la culata, y tanto operativo y afán de justicia ha
servido para destapar una mafia ibérica
que se dedica a la antipiratería o “crimen desorganizado”, como observó Neil
Chomsky (el jocoso primo del distinguido Noam Chomsky), amigo personal de la
escritora. “Luchar contra la piratería es la forma elegante de ser pirata a
secas, aunque el cinismo los obligue siempre a brindar al final de las
presentaciones”, acotó el ilustre jurista y bartender, quien ya lidera una
campaña internacional a favor de la piratería.
Murillo permanece a las órdenes del Ministerio Publico de Costa Rica,
quien pidió seis meses de prisión preventiva mientras se le investiga por los
delitos de desacato, escándalo público (ver nota aparte) y suplantación de la
propia identidad. El juez Baltazar Garzón y la ministra Ángeles González-Sinde
se reunirán la próxima semana con autoridades costarricenses para determinar si
cabe la extradición de la imputada, quien ya de por sí no cabe en la celda en
la que fue encerrada junto a sus manuscritos.
¡Qué bajo y qué ruín es el mundo de la literatura! ¡¡Y yo que hasta la creía trascendentalista!!
ResponderEliminar¡No puedo creer que mi buena amiga Murillo haya sido capaz de hacer esto! No, no lo creo.
ResponderEliminar¿No es ardid publicitario para la susodicha novela?
Eduardo Zúñiga
Grupo Roncahuita
La pasaron a revisión preventiva y se quedó.
ResponderEliminarLa imputada Murillo es de una peligrosidad tal que amerita al menos mediana cerrada en La Refor! Y nada de andar merodeando por la ex Choza del Indio, oyó?
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