miércoles, 21 de octubre de 2009

Por qué en la publicidad la sangre de las mujeres es azul


(fotos de Rineke Dijkstra)

Cuando a la publicidad le viene la regla, la regla es que le venga azul. Obvio. Los publicistas odian la realidad como los gatos el agua, y si ellos dicen que la sangre es azul, es porque el idiota es uno. Este afán de ‘metaforizar’ la sangre femenina aludiendo a un estúpido abolengo no nace de sus cabecitas sino de un asco cultural responsable de casi todo lo que nos rodea llamado misoginia, del cual me gustaría hablar pero no puedo porque aún debo lavar los platos del desayuno, preparar el almuerzo, bañarme, recoger a mi hijo de la escuela, pasar al super, doblar la ropa limpia, regalar al hamster, terminar este artículo y empezar otro. Al final del día, una también es capaz de odiar el ‘lado femenino’ de la vida y cualquiera de sus lados, pero entrar en esos detalles paradójicos me da tanta pereza como encender el televisor para ver el partido de futbol Costa Rica-Honduras, en el que Honduras metió cuatro goles pero a Honduras qué le metieron. Todos masacrados. Y todos contentos.


La sangre menstrual de la mujer es, además del resto de la mujer, el ingrediente más amenazante contra sus enemigos naturales. ¿Quiénes? Pues ellos, los daltónicos profesionales, así como sus secuaces lingüistas, pues no creo que haya palabra más fea en el diccionario que ‘menstruación’ y todo aquel que haya propagado el uso de esa palabra tan horrible debería ir preso. No es que la publicidad use a la mujer, es que la inventa, que es peor. La inventa de acuerdo a sus necesidades y punto, como los novios, cuando son muy tontos. Y es que quizá son muy tontos precisamente porque se tragan la película con todo y comerciales, en lugar de poner mute o irse por cerveza.


Para no herir susceptibilidades, la publicidad se desangra en una toalla sanitaria políticamente correcta, pero eso es normal (tomando en cuenta su origen), porque las mujeres reales vivimos con una herida permanente: una herida que hiere. Una vez al mes, nuestra regla delata el fracaso de millones de espermatozoides. Nada más y nada menos. Cada 28 días, las mujeres de la especie le sacamos la lengua a Benedicto quien, ya que usa faldas, debería ser más solidario. Es una victoria que nos obligan a vivir como fracaso: la verdadera maravilla de esa sangre no es que nos recuerda que solo las mujeres podemos engendrar nueva vida, es que podemos negarla. Negar la fertilidad mientras avanzamos ensangrentadas y felices, sin chupones, hasta la Victoria’s Secret. Podemos hacer lo que nos plazca, si pudiéramos. De todos modos, hagamos lo que hagamos siempre nos aguarda también un castigo, mucho más allá del pálido eufemismo del tinte azul. Pregúntenle a las que tienen hijos. Pregúntenle a las que no los tienen.
Los publicistas tiñen la sangre de azul porque es lo que les nace, a ellos.


Por otro lado, a la publicidad no le gusta ensuciarse con la sangre de sus víctimas, por eso su carnicería empieza donde hay posta. El cuerpo femenino ha sido fácilmente colonizado y negociado por estos traficantes de basura. La mujer es descuartizada en segundos y se la vende por partes: tetas, caderas, labios, muslos, cuellos, manos y nalgas. Pero, ¿cómo se hace esto con la sangre? No se puede: la sangre es una regla indivisible. Mancha. Ofende a Dios. Agrede a los que no soportan que las mujeres sangren sin necesidad de golpearlas. ¿Será que los hombres inventaron la guerra y toda su gama de juegos violentos con tal de sangrar un poco por algún lado? ¿Y qué hacemos con los caballeros a los que les sangra fácilmente la nariz? ¿Les recetamos Dorival?


4 comentarios:

  1. A mi de niño (no de "caballero") me sangraba mucho la nariz. Un truco que funcionaba era acostarse y ponerse una moneda en la frente (eso decían los adultos). Supongo que el cuento de la moneda era para que uno no se moviera mientras la sangre coagulaba o bien porque alimentaba la ilusión de una recompensa si uno se quedaba quedito. Por lo visto a la publicidad también le funciona el truco, pero ya no por una moneda, sino por miles de billetes.

    ResponderEliminar
  2. qué buen texto. chapeau como dicen por ahí.

    ResponderEliminar
  3. Fresco fresco fresco el texto. Perfectamente utilizable con derechos de autora por supuesto, me lo presta?

    ResponderEliminar
  4. ¡¡¡se me borró todo el comentario que había escrito!!!!

    en resumen
    a la regla regla
    y al pelo pelo (en lugar de"cabello")

    ...vaya resumen....

    ResponderEliminar