(fotos de Rineke Dijkstra)
Cuando a la publicidad le viene la regla,
la regla es que le venga azul. Obvio. Los publicistas odian la realidad como
los gatos el agua, y si ellos dicen que la sangre es azul, es porque el idiota
es uno. Este afán de ‘metaforizar’ la sangre femenina aludiendo a un estúpido
abolengo no nace de sus cabecitas sino de un asco cultural responsable de casi
todo lo que nos rodea llamado misoginia, del cual me gustaría hablar pero no
puedo porque aún debo lavar los platos del desayuno, preparar el almuerzo,
bañarme, recoger a mi hijo de la escuela, pasar al super, doblar la ropa
limpia, regalar al hamster, terminar este artículo y empezar otro. Al final del
día, una también es capaz de odiar el ‘lado femenino’ de la vida y cualquiera
de sus lados, pero entrar en esos detalles paradójicos me da tanta pereza como
encender el televisor para ver el partido de futbol Costa Rica-Honduras, en el
que Honduras metió cuatro goles pero a Honduras qué le metieron. Todos
masacrados. Y todos contentos.
La sangre menstrual de la mujer es,
además del resto de la mujer, el ingrediente más amenazante contra sus enemigos
naturales. ¿Quiénes? Pues ellos, los daltónicos profesionales, así como sus
secuaces lingüistas, pues no creo que haya palabra más fea en el diccionario
que ‘menstruación’ y todo aquel que haya propagado el uso de esa palabra tan
horrible debería ir preso. No es que la publicidad use a la mujer, es que la
inventa, que es peor. La inventa de acuerdo a sus necesidades y punto, como los
novios, cuando son muy tontos. Y es que quizá son muy tontos precisamente
porque se tragan la película con todo y comerciales, en lugar de poner mute o
irse por cerveza.
Para no herir susceptibilidades, la
publicidad se desangra en una toalla sanitaria políticamente correcta, pero eso
es normal (tomando en cuenta su origen), porque las mujeres reales vivimos con
una herida permanente: una herida que hiere. Una vez al mes, nuestra regla delata el
fracaso de millones de espermatozoides. Nada más y nada menos. Cada 28 días,
las mujeres de la especie le sacamos la lengua a Benedicto quien, ya que usa
faldas, debería ser más solidario. Es una victoria que nos obligan a vivir como
fracaso: la verdadera maravilla de esa sangre no es que nos recuerda que solo
las mujeres podemos engendrar nueva vida, es que podemos negarla. Negar la
fertilidad mientras avanzamos ensangrentadas y felices, sin chupones, hasta la Victoria’s
Secret. Podemos hacer lo que nos plazca, si pudiéramos. De todos modos, hagamos
lo que hagamos siempre nos aguarda también un castigo, mucho más allá del
pálido eufemismo del tinte azul. Pregúntenle a las que tienen hijos.
Pregúntenle a las que no los tienen.
Los publicistas tiñen la sangre de azul
porque es lo que les nace, a ellos.
A mi de niño (no de "caballero") me sangraba mucho la nariz. Un truco que funcionaba era acostarse y ponerse una moneda en la frente (eso decían los adultos). Supongo que el cuento de la moneda era para que uno no se moviera mientras la sangre coagulaba o bien porque alimentaba la ilusión de una recompensa si uno se quedaba quedito. Por lo visto a la publicidad también le funciona el truco, pero ya no por una moneda, sino por miles de billetes.
ResponderEliminarqué buen texto. chapeau como dicen por ahí.
ResponderEliminarFresco fresco fresco el texto. Perfectamente utilizable con derechos de autora por supuesto, me lo presta?
ResponderEliminar¡¡¡se me borró todo el comentario que había escrito!!!!
ResponderEliminaren resumen
a la regla regla
y al pelo pelo (en lugar de"cabello")
...vaya resumen....