viernes, 26 de marzo de 2010

Tragedias ambulantes

Haití, otro escenario despejado para ambiciosos proyectos
Y encima, esto. Dos viejos camaradas se pasean por las calles devastadas, enseñándole a Haití (y al mundo) la materia gris de la política, porque todo lo que no dicen las noticias es justamente lo que dicen: que Obama es la cabeza detrás del fondo de asistencia Clinton Bush Haiti Fund y el primero de sus donantes (apenas $200.000). Dicho por ellos, el fondo "responderá a las necesidades no abordadas en el país, fomentará las oportunidades económicas, mejorará la calidad de vida para los afectados en el largo plazo y asistirá al pueblo de Haití mientras reconstruyen sus vidas y vuelven a construir mejor". Es bonito saber que ya Clinton sabe lo que es despejar escombros para ampliar horizontes: por pura coincidencia, fue el enviado especial de la ONU (entre el 2005 y el 2007) para encargarse de la 'reconstrucción', tras el tsunami del 2004, de Indonesia, India, Tailandia, Sri Lanka y las Maldivas. Pero es mejor entretenerse con otros ángulos de la noticia. El actual escandalillo mediático consiste en determinar si Bush se limpió o no la mano en la camisa de su amigo después de tocar a un negro, pero si así lo hizo, tampoco importa, porque desde hace mucho tiempo Hillary demostró que los trapos sucios se lavan en casa.

jueves, 25 de marzo de 2010

Siamesas en fuga

 Yurelia y Fiorella Rocha, rescatadas de la lucha de clases
Para ampliar el significado de "criminalización de la pobreza", "xenofobia cristiana" y "caridad institucional", favor repasar el 100% de las informaciones producidas por los medios de circulación nacional, incluyendo la tele. Los comentarios de los lectores de La Nación pueden considerarse bibliografía complementaria pero imprescindible.

viernes, 19 de marzo de 2010

REVISTA ZOILA

órgano reproductor del feminismo sucio

La revista femenina ZOILA, de próxima aparición, está recibiendo solicitudes para conformar su equipo de colaboradores. ZOILA abarcará los temas propios del pensamiento latinoamericano multimedia, la fotonovela crítica, la poesía ocupacional, el psicoanálisis exfoliante, la cocina de baja intensidad, la bisutería religiosa y la filosofía sensacionalista, entre otros. ZOILA únicamente recibirá solicitudes a través de este blog.
NOTA: Nuestra base de datos exige a los colaboradores un test de grasa corporal y un examen de triglicéridos. Naturalistas abstenerse.

miércoles, 17 de marzo de 2010

Bolso Anticonceptivo

Feminismo Sucio & Lencería Farmacológica
El Tamal de Peluche recomienda el uso del "bolso anticonceptivo" o "bolso del día después" como bloqueador solar pero, sobre todo, como antioxidante. Su uso asegura un procedimiento analgésico para contener la flaccidez narrativa y espantar erecciones indeseadas, particularmente utilizado por estrellas del mundo audiovisual de paso por Cannes o la Feria del Agricultor de Zapote. Una de sus mayores limitaciones es su fabricación aleatoria, supeditada a procedimientos caseros esporádicos, lo cual asegura su permanente escasez en el mercado. Se sabe que en la intimidad lo utilizaron personalidades como Virginia Grutter, Lucrecia Martel y Roberto Bolaño, dos de ellos fallecidos, lo cual no es coincidencia. Actualmente, el bolso anticonceptivo solo es legal en Noruega, pero se usa en el resto del mundo. En España se libra una batalla literaria para su legalización y consumo.

martes, 16 de marzo de 2010

Enric Rufas: "Cuando quiero dinero, escribo"

Por Catalina Murillo
Las horas del día

A pesar de ser el guionista de películas como Las horas del día y La soledad, ambas nominadas y premiadas en Cannes y en los Goya, y a pesar de ser catalán, Enric Rufas sigue comportándose como un paria indocumentado en Madrid y, como tal, cada vez que le cae algo de dinero se lo gasta en un abrir y cerrar de boca. Esta tarde tórrida en Madrid es una de esas ocasiones. Enric no para de pedir gin tonics a doce euros la copa. Aunque me sienta fatal el alcohol antes de la puesta de sol (misteriosa fotosíntesis) no hay cómo negarse, y entre brindis apocalípticos abro mi libretita para entrevistarlo.

-Me dijiste el otro día que tu vida es como un bolero. Yo te decía que la vida de todos es como un bolero, de ahí el éxito de los boleros…
–¿Pero entonces por qué los boleros tienen éxito y nosotros no?

-Insistes mucho en el tema del fracaso. Siempre hablas de ti como alguien fracasado. Sin embargo, eres un guionista que ha tenido éxito.
–Soy fracasado como persona.

-¿Por qué?
–Como todos.

-Pero como guionista, no.
–Me da igual.

-¿Qué se considera éxito?
–Hombre, la última película que escribí tiene tres premios Goya. Que por cierto, tuvo un Goya a mejor película y no a mejor guión, lo cual me deja claro que quienes dan los premios no saben nada de cine. ¿Cómo vas a dar premio a mejor película sin darlo a mejor guión?

-Entiendo que la escritura no te ha dado dinero, quiero decir dinero a manos llenas, salvo cuando escribes para la telebasura.
–Yo, cuando necesito dinero, escribo… Le escribo a mi madre para que me envíe algo.

-¿Cómo llevas eso de que otros dirijan tu trabajo?
–Hay direcciones que han mejorado mi texto. También he dirigido yo teatro…

-¿Y?
–Como director soy malo.

-¿Qué tal Jaime Rosales como director?
–Mis guiones los dirige a la perfección. Es que están hechos a la medida. Los escribo para él. Mira, cuando yo vi Las horas del día entendí al fin la película que quería Jaime.

(Esta declaración, ¿no les parece?, evidencia a Enric como el guionista soñado de cualquier director.)

-¿Prosa?
–Siempre he creído que si escribo guiones y teatro es porque no he podido ser novelista. Me enamoré del teatro y fue como enamorarme de la persona equivocada… una vez más.
“¡Yo hubiese querido ser informático! He intentado muchas veces dejar de ser escritor. En la tele casi consiguen que dejara de escribir. Ser escritor me parece una esclavitud; es ser observador, cuando la vida hay que vivirla. ¡Si pudiera combinar las dos cosas…!”.

-¿Eres feliz?
–¿Alguien lo es?

-Vale. ¿Momentos de felicidad?
–Siempre me parecen pocos.

-¿Qué te impide ser más feliz, o más a menudo?
–(Medita un buen rato) No serlo.

Tomo un último trago de mi gin tonic, que estaba caliente. Arrugo la cara por el disgusto.

–Parece que hubieras tragado semen –me dice, en claro reproche.

-¿Ah sí?
–Sí, hay mujeres a las que no les gusta.

-¿Quieres que te entreviste como hombre o como escritor?
–Como amigo personal, al fin y al cabo es lo que somos.

-No ha quedado claro si te sorprende que las mujeres arruguen la cara al probar el semen. ¿Tú lo has probado?
–Sí, una vez, por curiosidad.

-¿Y te gustó?
–No.

-¿Lo ves?
–Ah, pero a mí tampoco me huele bien el coño y me lo como igual, porque me encanta ver la cara de placer que pone mi pareja. La cara de placer del otro… ¡Ah, eso vale todo en la vida!
“En el sexo hay que estar dispuesto a todo”.

-¿Has encontrado una mujer que lo viva así?
–¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca! –se exaspera–. Nunca he encontrado una mujer tan entregada. Las mujeres sois unas egoístas. Nos os da placer dar placer. ¡Qué poco generosas! Si no os gusta el sabor del semen, os jodéis, ¡tragároslo aunque os den arcadas!, es un acto de generosidad, ¡se hace todo en nombre del placer! Estás haciendo que la persona que amas disfrute: eso es lo más bonito que hay.

-¿Cómo sería la película Enric y el sexo?
–Estaría todo el rato follando.

-¿Nada de diálogos?
–Sólo para decir palabras procaces.

-¿Sexo y amor?
–Difícil pregunta. A mí me encanta el sexo sin amor, pero me cuesta practicarlo. He tenido que obligarme a hacerlo, he tenido que aprender a disfrutar el sexo sin amor.

Río, creyendo que está ironizando. Pero él se pone serio y tierno.
Me gustaría describir físicamente a Enric, prometo ser subjetiva: para mí es uno de los hombres más guapos del Reino. Tiene unos ojos verdes mefistofélicos y estrábicos de niño–diablo al que dan ganas de lamerle la entrepierna por… por amor maternal.

–Hay un lado de mí sensiblero como una quinceañera. Es ahora, con la madurez, que he podido disfrutar un poco del sexo sin amor.

-¿Amor sin sexo?
–Lo entiendo, pero no es mi caso. Yo el amor lo manifiesto follando.

-¿Follas siempre con la misma persona?
–(Niega, indiferente) Me considero poco posesivo. A mí siempre me han gustado los tríos, los intercambios de pareja… 

-¿Consumes pornografía?
–Pse… Me gusta, la veo, la compro.

-¿Regenerarse o degenerarse?
–En mi caso es lo mismo.

-¿Qué tal las drogas para la creación?
– Fatal. Las drogas están ahí para cuando hay dolor. O diversión. Pero no sirven de nada para la creación. Decía el fotógrafo Alberto García que hay un momento en que las drogas deciden abandonarte. El día de la presentación de La soledad, en Cannes, en la sección Una cierta mirada, yo estaba con una resaca atroz y no llegué. No fui, ¿te das cuenta? A Jaime le pareció una locura… y a mí también.

Se pone triste. Sus ojos verdes de demonio se humedecen como los de un perro y continúa:
–Parece muy gracioso, muy de gran genio drogadicto incomprendido. Pero no es así. Fue horrible. Ese día dije: hasta aquí.
“Oye, esto no lo puede leer mi madre. Ponlo por si acaso: que espero que nunca se entere de esto”.

-¿Pero las madres no lo saben todo?
–Todo lo que quieren ver. Si no, son las primeras ciegas.
“¿Quieres una raya?”.

No quiero, pero hoy no puedo acentuar su sensación de rechazo. Anda bajo los efectos de una terrible herida de amor. Las heridas de amor son las únicas que han estado a punto de mandarlo al otro barrio... como a todo el mundo, imagino. Dicen que toda herida es en el fondo de amor. Acepto una rayita, “por cortesía”, como me dijo en una fiesta un profesor parisino. Me voy al baño y cuando regreso me encuentro a Enric pegado al celular. Dice que una ex le está haciendo una entrevista. Lo sé capaz de hablar cuarenta minutos por teléfono aún cuando tiene a alguien sentado frente a él en una mesa. Cuelga al fin.

-¿Una ex?

Le digo extrañada que no creo que podamos ser considerados ex. Me parece, como mínimo, una exageración.
–Cojonudo –dice molesto– hoy me entero de que no eres mi ex.
No le digo ni mu. Cuando se enoja, Enric me da miedo. Insiste, dolido:
–He sido tan poco para ti, que no me consideras ni tu ex…
Nos quedamos un rato en silencio. He perdido el interés en entrevistarlo y no sé cómo decírselo. “Qué frágil está”, es lo que estoy pensando cuando me suelta:
–Bueno, ¿qué porquería de entrevista es ésta? Yo soy un guionista de cine, pregúntame por mi trabajo, pedazo de zorra.
 

lunes, 8 de marzo de 2010

"YO LO QUE QUIERO ES PENETRAR A UN HOMBRE"

Yessenia Chinchilla es la líder del Movimiento Internacional Transgénero, tiene 32 años y un doctorado de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Zúrich. Desde el pasado 1 de marzo se convirtió en la primera mujer en demandar al Estado Español ante el Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas por una razón concreta: ella reclama un falo que la Seguridad Social se niega a implantarle. Mientras tanto, afirma, es una mujer atrapada en un cuerpo de mujer.


Yessenia Chinchilla, costarricense por nacimiento y española por adopción. En el Día Internacional de la Mujer quiere recordarnos que ser mujer puede ser mucho más de lo que creemos. O queremos. ¿Orgullosa de ser mujer? "Sólo cuando tenga un pene entre las piernas, un pene mío, de mi propiedad".
-Su caso ha desatado una ‘crisis’ institucional y ha encendido un debate mediático sin precedentes sobre el tema de los géneros. ¿Cuál es su posición?
-El debate sí tiene precedentes, quiero aclarar eso. No podemos olvidar a los “mártires genéricos”, como les llama jocosamente mi suegro. Hay muchas personas que entregaron alma y cuerpo a esta lucha. ¿Cuál lucha? La de hacer entender a la gente que la clasificación de los seres humanos en mujeres u hombres, una de dos, es maniquea… y es violenta. ¡Eso sí que es violencia de género!
¿Que cuál es mi posición? Se lo voy a decir en tres platos: yo me siento una mujer presa en un cuerpo de mujer. Pero yo no me siento un hombre dentro de un cuerpo de mujer, como alega el cien por ciento de personas que se someten a la operación de cambio se sexo de mujer a hombre. En ese sentido sí, mi caso no tiene precedentes, y estoy metida en un calvario.
-Sus detractores afirman que si usted quiere ser una mujer en un cuerpo de hombre  bastaría con llevarla a un sex shop, no a una sala de cirugía financiada por el Estado.
-Sí, eso dijeron unos en un programa de televisión, se me había olvidado. La gente sigue confundiendo transexualismo con travestismo. La gente en el fondo no entiende nada de nada del sexo… o de la sexualidad, sería más correcto decir. ¡Por eso el sexo sigue siendo un gran negocio! Déjeme decirle: usted lee El banquete de Platón y se da cuenta de que los griegos entendían mucho más –pero muchísimo más– que nosotros toda la profundidad e iridiscencia del tema del sexo o eros.
-Las autoridades sanitarias alegan que no pueden ayudarla pues usted no se sometería a una operación de cambio de sexo sino a otra cosa.
-Sí, “a otra cosa”, así de impreciso, así de innombrable… Y esto a mí viene a confirmarme que la ciencia y la salubridad están al servicio del poder. Si uno se desmarca un poco de sus férreos patrones, tiene dos horizontes: la prisión o el manicomio. Yo por ahora me he librado de ambos, no me explico cómo. (ríe)
-Usted ha afirmado que un falo propio ampliaría sus posibilidades como mujer. ¿A qué se refiere exactamente?
-Ése es el quid de la cuestión, de mi cuestión. Yo lo que deseo es poder penetrar a mi marido. Penetrarlo salvajemente, agarrándolo por la melena, ¡eso es lo que yo quiero! Por poder hacer eso yo le vendería mi alma al Diablo. Y lo deseo COMO MUJER.
-Habría que contar con el consentimiento de su marido…
-Él comparte esta fantasía conmigo. Estamos juntos en este sueño. Mire, tanto es así, que mis suegros incluso abrieron una cuenta en euros en el Banco Nacional de Costa Rica para recibir donaciones bajo el lema: “Un Pene para Yessenia”. Como ellos mismos dicen: esto lo hacen por su hijo. El pene es para mí pero quien lo va a disfrutar es mi marido. Yo cada día le doy gracias a Dios por la familia política que me ha tocado. La “natural”, no; mis papás y mis hermanos siempre se avergonzaron de mí y por eso yo no oculto ni mi nombre ni mi procedencia: Yessenia Chinchilla Ordóñez, del barrio Aguas Charcas de Cartago. Si a mis familiares no les gusta… ¡que se operen! (ríe)
-¿Por qué decidió llevar su caso “hasta las últimas consecuencias”?
-¡Porque me querían quitar mis tetas! Mire, yo ya tenía turno y todo para mi operación. Una faloplastia, es lo que yo quería, técnicamente. Pero resulta que yo estaba como paciente de cambio de sexo, así que también se suponía que me dejaran el pecho plano como el de un hombre. Cuando me negué y traté de explicar que yo quería seguir siendo una mujer, en pleno quirófano un cirujano le dijo al otro: “Apague y vámonos”.
-¿Sabe de algún caso similar al suyo?
-Puede que hasta usted, con todo mi respeto, sea un caso similar al mío. Yo creo que todos los humanos hemos vivido aunque sea una vez la frustración de ser quien somos. No hay nada más limitante que ser “uno mismo”.
-¿En qué la ayuda su devoción a Santa Rita?
-Si la salubridad y la ciencia están en manos de los poderosos, la religión ni le cuento. El Vaticano se comporta como si hubiera patentado a Cristo, a las Vírgenes y a los Santos. A mí me da igual lo que diga el Papa, ¡que nos excomulgue a todos si quiere! Santa Rita es conocida como la abogada de los imposibles. Y ha sido mi ángel de la guarda.

martes, 2 de marzo de 2010

Lo contrario de la fe

 Inmediatamente supe que la foto del Padre Durán resultaría movilizadora -un excelente vehículo- para llamar la atención sobre las palabras de Naomi Klein a propósito de Haití y su realidad invisible aún después del terremoto.

Un golpe de suerte

("TOMAR PUEDE SER NOCIVO PARA SU LOOK", foto Jose Díaz)

La mañana del 17 de febrero me levanté temprano y me senté frente a la compu, porque tenía que trabajar, entiéndase por trabajar escribir un guión para una telenovela. Con la taza de café aún en la mano, lo primero que hice fue revisar en Internet un cupón de lotería. Unos pocos cientos de euros habrían bastado para alegrarme el día, pero a pesar de la modestia de mi deseo, no me tocó nada. Después, más por postergar el momento de ponerme a escribir que otra cosa, me puse a chequear, también por Internet, mis cuentas del BNCR. Y oh sorpresa, descubrí que alguien me había bajado 600 euros de mi cuenta de banco, en unos almacenes en Londres, ciudad en la que no he puesto nunca un pie. Bueno, no podía hacer mucho aquí desde España, salvo cancelar la tarjeta, cosa que hice, poner una reclamación y seguir trabajando. Era un guión muy divertido y me la pasé bastante bien escribiéndolo, a pesar de esa vocecilla burlona a lo largo del día: “Alguien te ha robado tu bien ahorrado dinerillo”. ¿Qué intentaba decirme la vida? (suponiendo poéticamente que la vida siempre intenta decir algo). Tengo una fama inmemorial de tacaña, fama que negué vehementemente siempre… hasta que me llamó tacaña un catalán y entonces busqué el significado en el diccionario. Tacaño:
adj. y n. Se aplica a la persona que escatima exagerada o innecesariamente en lo que gasta o da.

Entonces sí, así soy yo, sin duda. Sólo que quizás matizaría: no es tanto que escatimo, sino que mido, cuento y recuento. Estoy siempre midiendo, lo que gasto, lo que doy, y lo que me dan o me dejan de dar. Yo no me consideraba tacaña sino ahorradora. Lo primero se considera un defecto y lo segundo una virtud. Parece que me he extraviado entre ambas aguas.
Pero aquí no queda la cosa. La semana pasada estaba escribiendo otro guión de la telenovela. Por la mañana, con el café, lo primero que hice fue chequear mi email. Y me encuentro un correo de una persona cuya opinión me importa, que me dice que mi novela (una de mis novelas inéditas) le ha gustado. Leí ese email y no pude evitar pensar: “Ah, quisiera dejar de escribir sandeces para la tele ya mismo y ponerme a revisar esa novela”. Suspiré, y no había terminado de suspirar, cuando sonó el teléfono. Mi jefe. Que se había caído la serie. Que la quitan. Que ya no tengo trabajo.
Y así me va, amigos míos, lectores devotos e imaginarios: mis deseos son órdenes. Hasta niveles preocupantes. Me he convertido en una especie de Rey Midas telepático y estoy teniendo verdadero miedo a mis deseos. Ayer sábado pensé en las consecuencias que tendría para mí la muerte de equis persona. Y por la tarde me enteré de que esa persona había estado a punto de morir. ¿Qué es la suerte? ¿Por qué pasa lo que pasa? Me encuentro un parrafito en Internet que no entiendo, pero intuyo importante:

Pero, ¿qué es la suerte? Hay una bella teoría de Bataille. Cuando alguien ha bajado hasta el fondo mismo de su angustia, en ese instante cuando ha empezado a volver a subir, ¡la suerte está siempre ahí! La suerte no existe para las personas que tienen una visión del mundo bloqueada. A partir del instante en que la angustia llega y destroza la visión del mundo, hay un momento en que uno se encuentra en estado de amplitud y ¡la suerte está siempre ahí! Pero ¡es necesario que haya esa amplitud de espíritu!

viernes, 26 de febrero de 2010

Pobre Catalina Murillo

Cabezón incauto: alguien sarcásticamente me dijo el otro día que la única diferencia entre Catalina Murillo y yo era que yo soy famosa. ¿Y le parece poco? Hay gente que necesita la fama para redimirse, para poder sacar el lado más amable de sí mismo. Yo era cínica, malévola, envidiosa, frustrada… en fin, todo el paquete completo de virtudes a la inversa, antes de ser famosa. Con la fama me tranquilicé. La fama ha sacado lo mejor de mí, y ahora pienso más las cosas antes de escribirlas, no decir ya, antes de publicarlas. Ahora soy más modesta. Ahora me admiro menos, me pongo más en duda. Sin exagerar, yo diría que la única esperanza que le queda a Catalina Murillo es alcanzar la fama. Diría incluso que urge que la alcance, pues ya empieza a notársele ese veneno tóxico que emponzoña a quien la desea y no la consigue. ¿Es posible que Catalina Murillo no sepa que me hago llamar “El Mechudo” porque mi fama impediría que me leyesen de manera pura y cristalina los lectores de tu blof? La “prosaica” crisis de los 40, como ella le llama, no le da a una persona que ha llegado hasta donde yo he llegado. Eso cree Murillo, o eso querría creer. Yo, como dije, lo que lamento sin redención posible es la pérdida del frenesí de la juventud. Esa energía, esa voracidad, esas hormonas furiosas, eso fluidos inagotables. ¿No lo nota ella?, me pregunté extrañada. Y mirá de lo que enteré, oh Gran Cabezón entre los cabezones: la crisis de los 40 es mucho más blanda en las mujeres feas. Es algo obvio, pero nunca me había parado a pensarlo, por razones también obvias. ¿Cómo va a lamentar la pérdida de la belleza una mujer que nunca la tuvo? Catalina Murillo nunca supo ni sabrá lo que es entrar a un sitio y notar todas las miradas sobre vos, o estar en una reunión de trabajo y notar cómo todo fluye a tu favor sólo por ese par de tetas bien puestas que llevás por delante. Murillo nunca sufrirá esa pérdida… o lleva 40 años elaborando ese duelo… Y mal pensando, seguro que Catalina Murillo se regocija de ver cómo todas sus contemporáneas, ¡al fin!, se están volviendo feas como ella, aunque sólo sea por el paso despiadado del tiempo. Yo, El Mechudo, nunca supe lo que es ser una mujer fea… pero no puedo decir que no lo sabré, porque a partir de ahora, inexorablemente, seré cada vez más invisible para los hombres. A partir de ahora sabré lo que es que los hombres te miren como a un amigo más. Válgame Dios.
El Mechudo

lunes, 1 de febrero de 2010

CRISIS DE LOS 40


María, he leído ese texto que te ha enviado tu amiga la que se hace llamar el Mechudo y que te llama a vos El Cabezón. Hablo del texto que se encuentra en este mismo blog, llamado “Yo, el Mechudo, pregunto”.
Está muy bien escrito, y por cierto que no ganamos nada con eso. Escribir bien no sirve para nada. Allá en el año 2002 le escribí una desgarrada carta de amor a un hombre que acababa de dejarme y me respondió: “Qué bien escribes”. Ésa fue su respuesta.
Tu amiga llamada el Mechudo, con todo y su pluma churrigueresca, no tiene sino una cosa llamada Crisis de los 40, así de prosaico, así de contundente. Lo sé porque ahora mismo yo también la estoy atravesando, como un largo desierto.
Sucede que mujeres como yo (y creo que también como el Mechudo, por lo que cuenta) pensábamos que la crisis de los 40 les daba sólo a las mujeres que se habían pasado su primera juventud (de los 20 a los 39) cuidando mocosos, trabajando en una oficina y aguantando a un marido. Pero no. Error, mi lord.
La crisis de los 40 es, en definitiva, la comprensión de que uno ya vivió la mitad de su vida, suponiendo que viva hasta los ochenta, que es mucho suponer. De este modo, como por definición el ser humano desea lo que no tiene, a los 40 cualquiera (aunque haya llegado a las llamadas cimas del éxito) empieza a preguntarse si se habrá equivocado, si de verdad habrá hecho lo que quería. Y desde luego la respuesta será siempre: no.
“Bienaventurados los que desean eternamente lo que poseen”, dijo San Agustín. Bienaventurados e inexistentes, añadiría yo. Nunca, en cuarenta años de vida, he encontrado a alguien que diga desear lo que tiene.
De este modo, tu amiga el Mechudo, por muy literario que lo cuente todo, está atravesando la crisis de los 40, que consiste en preguntarse si uno no debió llevar otra vida que la que ha llevado.
Además, muy probablemente, por muy sofisticada y exitosa que se crea, estará cuestionándose si no debió haber tenido hijos, si como mujer está incompleta por no ser madre, si debería vivir en el país que la vio nacer y meterse en política, hacer algo por alguien, de alguna forma, como sea, adoptar dos haitianos, o tres…
Me atrevo incluso a aventurar que a las mujeres más “exitosas” (me siento obligada a meter esa palabra entre comillas) es a las que más fuerte les da la crisis de los 40. Bueno, no, no más fuerte pero tiene más difícil solución. Para el ama de casa, madre y esposa abnegada, que ni siquiera terminó los estudios, los cuarenta puede ser el lumbral de la liberación, el inicio de todo lo que dejó de lado durante veinte años. Pero ellas, las –repito- “exitosas”, ellas han pasado la vida liberadas y liberándose. ¿Qué les queda ahora?

Catalina Murillo
Famosa en el mundillo