(foto jose diaz)
El
concepto de autoestima sobrevive sólo por los rendimientos monetarios que trae
consigo. Pero eso de tener que autoestimarse es, más que una necedad, un
agotamiento y una frustración. Yo vivía bien conmigo misma hasta que me empezaron
a bombardear con eso de que una tiene que quererse, una tiene que gustarse
(gustarme yo… que le encuentro defectos hasta a Jennifer Connelly), una tiene
que respetarse una misma (esto definitivamente sí que no lo he entendido nunca,
¿tiene connotaciones sexuales?), o eso de que una tiene que saber estar sola o
peor: disfrutar de estar sola. A ver cómo es eso de disfrutar sola y a la vez
respetarse.
Yo
vivía más tranquila y en paz cuando no me preocupaba por eso de autoestimarme. Y
en ese sentido, era también menos nociva y menos agresiva con el prójimo. De
hecho, desde que se puso de moda el imperativo de “quererse uno mismo” odio más
a la gente. Eso de quererse uno mismo es algo que se hace para que se enteren
los demás, si no, qué más daría.
Quererse
uno mismo, además de dificilísimo e innecesario, es engañarse uno mismo, que es
ya lo que nos faltaba. Qué estrés. Ni a solas puede una relajarse y dejarse
sentir lo que sea que sienta, incluyendo desprecio por una misma, frustración
por ser baja, gorda o una cuarentona nulípara. A esta vida actual de
apariencias y qué dirán, añadamos esto de tener que estar fingiendo respeto y
amor propios. Ya no hay intimidad.
Para
el Tamal de Peluche,
Babilonia
Papadopoulus
Y yo que me sentía tan bien con mi autoestima hasta que leí esto... qué deprimente. Mejor dejar quedita la autoestima para no hacer la bola más grande, porque eso de que sí y luego que no es muy jodido.
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