Por Catalina Murillo
Las horas del día
A pesar de ser el guionista de películas como Las horas del día y La soledad, ambas nominadas y premiadas en
Cannes y en los Goya, y a pesar de ser catalán, Enric Rufas sigue comportándose
como un paria indocumentado en Madrid y, como tal, cada vez que le cae algo de
dinero se lo gasta en un abrir y cerrar de boca. Esta tarde tórrida en Madrid
es una de esas ocasiones. Enric no para de pedir gin tonics a doce euros la
copa. Aunque me sienta fatal el alcohol antes de la puesta de sol (misteriosa
fotosíntesis) no hay cómo negarse, y entre brindis apocalípticos abro mi
libretita para entrevistarlo.
-Me dijiste el otro día que tu vida es como un
bolero. Yo te decía que la vida de todos es como un bolero, de ahí el éxito de
los boleros…
–¿Pero entonces por qué los boleros tienen
éxito y nosotros no?
-Insistes mucho en el tema del fracaso. Siempre
hablas de ti como alguien fracasado. Sin embargo, eres un guionista que ha
tenido éxito.
–Soy fracasado como persona.
-¿Por qué?
–Como todos.
-Pero como guionista, no.
–Me da igual.
-¿Qué se considera éxito?
–Hombre, la última película que escribí tiene
tres premios Goya. Que por cierto, tuvo un Goya a mejor película y no a mejor
guión, lo cual me deja claro que quienes dan los premios no saben nada de cine. ¿Cómo vas a dar premio a mejor película sin darlo a mejor guión?
-Entiendo que la escritura no te ha dado
dinero, quiero decir dinero a manos llenas, salvo cuando escribes para la
telebasura.
–Yo, cuando necesito dinero, escribo… Le
escribo a mi madre para que me envíe algo.
-¿Cómo llevas eso de que otros dirijan tu
trabajo?
–Hay direcciones que han mejorado mi texto.
También he dirigido yo teatro…
-¿Y?
–Como director soy malo.
-¿Qué tal Jaime Rosales como director?
–Mis guiones los dirige a la perfección. Es
que están hechos a la medida. Los escribo para él. Mira, cuando yo vi Las
horas del día entendí al fin la película que quería Jaime.
(Esta declaración, ¿no les parece?, evidencia a
Enric como el guionista soñado de cualquier director.)
-¿Prosa?
–Siempre he creído que si escribo guiones y
teatro es porque no he podido ser novelista. Me enamoré del teatro y fue como
enamorarme de la persona equivocada… una vez más.
“¡Yo hubiese querido ser informático! He
intentado muchas veces dejar de ser escritor. En la tele casi consiguen que
dejara de escribir. Ser escritor me parece una esclavitud; es ser observador,
cuando la vida hay que vivirla. ¡Si pudiera combinar las dos cosas…!”.
-¿Eres feliz?
–¿Alguien lo es?
-Vale. ¿Momentos de felicidad?
–Siempre me parecen pocos.
-¿Qué te impide ser más feliz, o más a menudo?
–(Medita un buen rato) No serlo.
Tomo un último trago de mi gin tonic, que
estaba caliente. Arrugo la cara por el disgusto.
–Parece que hubieras tragado semen –me dice,
en claro reproche.
-¿Ah sí?
–Sí, hay mujeres a las que no les gusta.
-¿Quieres que te entreviste como hombre o como
escritor?
–Como amigo personal, al fin y al cabo es lo
que somos.
-No ha quedado claro si te sorprende que las
mujeres arruguen la cara al probar el semen. ¿Tú lo has probado?
–Sí, una vez, por curiosidad.
-¿Y te gustó?
–No.
-¿Lo ves?
–Ah, pero a mí tampoco me huele bien el coño y
me lo como igual, porque me encanta ver la cara de placer que pone mi pareja.
La cara de placer del otro… ¡Ah, eso vale todo en la vida!
“En el sexo hay que estar dispuesto a todo”.
-¿Has encontrado una mujer que lo viva así?
–¡Nunca! ¡Nunca! ¡Nunca! –se exaspera–. Nunca
he encontrado una mujer tan entregada. Las mujeres sois unas egoístas. Nos os
da placer dar placer. ¡Qué poco generosas! Si no os gusta el sabor del semen,
os jodéis, ¡tragároslo aunque os den arcadas!, es un acto de generosidad, ¡se
hace todo en nombre del placer! Estás haciendo que la persona que amas
disfrute: eso es lo más bonito que hay.
-¿Cómo sería la película Enric y el sexo?
–Estaría todo el rato follando.
-¿Nada de diálogos?
–Sólo para decir palabras procaces.
-¿Sexo y amor?
–Difícil pregunta. A mí me encanta el sexo sin
amor, pero me cuesta practicarlo. He tenido que obligarme a hacerlo, he tenido
que aprender a disfrutar el sexo sin amor.
Río, creyendo que está ironizando. Pero él se
pone serio y tierno.
Me gustaría describir físicamente a Enric, prometo
ser subjetiva: para mí es uno de los hombres más guapos del Reino. Tiene unos
ojos verdes mefistofélicos y estrábicos de niño–diablo al que dan ganas de
lamerle la entrepierna por… por amor maternal.
–Hay un lado de mí sensiblero como una
quinceañera. Es ahora, con la madurez, que he podido disfrutar un poco del sexo
sin amor.
-¿Amor sin sexo?
–Lo entiendo, pero no es mi caso. Yo el amor
lo manifiesto follando.
-¿Follas siempre con la misma persona?
–(Niega, indiferente) Me considero poco
posesivo. A mí siempre me han gustado los tríos, los intercambios de pareja…
-¿Consumes pornografía?
–Pse… Me gusta, la veo, la compro.
-¿Regenerarse o degenerarse?
–En mi caso es lo mismo.
-¿Qué tal las drogas para la creación?
– Fatal. Las drogas están ahí para cuando hay
dolor. O diversión. Pero no sirven de nada para la creación. Decía el fotógrafo
Alberto García que hay un momento en que las drogas deciden abandonarte. El día
de la presentación de La soledad, en Cannes, en la sección Una cierta mirada, yo
estaba con una resaca atroz y no llegué. No fui, ¿te das cuenta? A Jaime le pareció
una locura… y a mí también.
Se pone triste. Sus ojos verdes de demonio se
humedecen como los de un perro y continúa:
–Parece muy gracioso, muy de gran genio
drogadicto incomprendido. Pero no es así. Fue horrible. Ese día dije: hasta
aquí.
“Oye, esto no lo puede leer mi madre. Ponlo
por si acaso: que espero que nunca se entere de esto”.
-¿Pero las madres no lo saben todo?
–Todo lo que quieren ver. Si no, son las
primeras ciegas.
“¿Quieres una raya?”.
No quiero, pero hoy no puedo acentuar su
sensación de rechazo. Anda bajo los efectos de una terrible herida de amor. Las
heridas de amor son las únicas que han estado a punto de mandarlo al otro
barrio... como a todo el mundo, imagino. Dicen que toda herida es en el fondo de
amor. Acepto una rayita, “por cortesía”, como me dijo en una fiesta un profesor
parisino. Me voy al baño y cuando regreso me encuentro a Enric pegado al
celular. Dice que una ex le está haciendo una entrevista. Lo sé capaz de hablar
cuarenta minutos por teléfono aún cuando tiene a alguien sentado frente a él en
una mesa. Cuelga al fin.
-¿Una ex?
Le digo extrañada que no creo que podamos ser
considerados ex. Me parece, como mínimo, una exageración.
–Cojonudo –dice molesto– hoy me entero de que
no eres mi ex.
No le digo ni mu. Cuando se enoja, Enric me da
miedo. Insiste, dolido:
–He sido tan poco para ti, que no me
consideras ni tu ex…
Nos quedamos un rato en silencio. He perdido
el interés en entrevistarlo y no sé cómo decírselo. “Qué frágil está”, es lo
que estoy pensando cuando me suelta:
–Bueno, ¿qué porquería de entrevista es ésta? Yo
soy un guionista de cine, pregúntame por mi trabajo, pedazo de zorra.
10 puntos de 10 por esta entrevista, 11 si es inventada.
ResponderEliminarNoup... no podría ser inventada. Enric es así, al cien. Me encantó también.
ResponderEliminarDios!!!! Enric, qué grande joder!!!!!
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